«VIVÉCDOTAS» ROCKERAS

In The Beginning

By Pedro Luna

Es difícil adivinar cómo sería la vida de cada uno si el Rock’n’Roll no hubiese entrado en nuestras vidas, ese veneno que te engancha y que los que lo disfrutamos, sabemos que no es una exageración recurrir a dicha expresión.

¿Sería una vida más plena y ordenada? Más anodina y aburrida fijo.

Empecemos por el principio.

Primeros 80´s. Ciudad Real capital. La España interior.

Sirva de ejemplo: Durante la infancia y adolescencia uno practicaba “cross country” (campo a través) y con el boom de Carros de Fuego, nos llevaron a la radio a un programa infantil a hablar. Como yo era el benjamín (3º de EGB) el presentador me invitó a elegir canción infantil para abrir programa. Por entonces ya odiaba a muerte a Parchís, por ejemplo… así que pedí Maniobras Orquestales en la Oscuridad.

Me dijeron que no, que ni de Blas. Así que probé con “Lady Writer” de Dire Straits.

Flipaban porque sin sintonía infantil no arrancábamos, así que, a regañadientes, pedí Los Payasos, la que fuera, que, aunque me parecían canciones igual de tontas, al menos los tipos me caían de puta madre.

Vamos, que prometía ya de chinorri.

En 5º de EGB mi hermano me trajo de la mili en Ceuta un walkman… y ya la cosa fue rodada. Como a tantos miles de chavalines, aquello se convirtió en una extensión de nuestro cuerpo, y empezó el baile de grabar y regrabar cintas vírgenes en cuanto sonaban los acordes de Queen, Ramones, Springsteen, Bowie, The Cars, Pretenders, Police, Alarma, Topo, The Cure, Leño…

Imaginaos una capital de provincias de 50.000 habitantes mal contaos (ahora casi el doble) en plena Mancha. Entonces había algo que se perdió con el tiempo y que será irrecuperable: programas de radio locales, hechos por aficionados melómanos y que se emitían, al loro, en emisoras como La Cope, que por entonces, flipa, era la más progresista que había, igual que ahora, mira tú…

Y no solo La Cope. Otras emisoras también. Entre esos programas, uno de un tal Ángel Lobo. Sí, sí, el del Saltamontes de Radio 3. Nivel y ganas había.

Lógicamente surgieron programas de Heavy Metal, y además había un programa diario en el que los oyentes votaban el número uno, una especie de 40 criminales local, y oye, siempre ganaban grupos heavies, desde Wasp a Helix, Barones, Scorpions, Bella Bestia, Ratt, Marillion e incluso la banda patria, Zaas.

Así que cuando salieron el “Love at first Sting” de Scorpions y el “Powerslave” de Maiden, y sus descomunales dobles directos posteriores, el flechazo era ya total.

Programas como Tocata en TVE, y la Emisión Pirata en la radio (una hora semanal) hicieron el resto. La información era escasa, pero nos buscábamos la vida, y contábamos los minutos anhelando el B.I.D. en casa (boletín informativo de discoplay), un maná mensual donde te pispabas de las novedades, ofertas o camisetas. Y si eras de los de chaleco vaquero, los míticos parches, de espalda entera o de brazo.

Nos juntábamos entre varios para reducir gastos de envío y algún disco comprábamos entre varios con derecho a copia en TDK o BASF y a rular por turnos en las casas de unos y otros… Una movida.

El hecho de ir al cole y ya luego al insti con la carpeta forrada de esas pequeñas piezas de museo, recortadas del BID y plastificadas en plan collage creaba vínculo con los compis más molones y con los chicos del barrio más duros. La pertenencia al grupo en esa edad es importante, aunque en aquellos dorados años los heavies salían de debajo las piedras. Pero había más. La conciencia de clase (trabajadora) estaba muy presente, tanto en el barrio como en el centro educativo y, por supuesto, en las tribus urbanas, que ya digo, la de los heavies era mayoritaria, aunque las peleas con rockabillys eran habituales. Chorradas adolescentes ya que el enemigo común era, y son…los pijos.

También eran los tiempos del caballo y mi barrio no quedó inmune. Había que andar con ojo.

El tiempo fue modelando la afición, y estudiar la carrera en Madrid me permitió disfrutar de muchos de mis ídolos en directo, sumado a que además tuve la increíble suerte de recalar en el Colegio Mayor San Juan Evangelista, el mítico Johnny, así que los conciertos que no veía en Canciller los veía en mi propia casa, el templo del Jazz, Flamenco, Blues y mucho más.

Ya de vuelta fui comenzando a hacerme con los vinilos (2.000 hoy día) que de chaval no podía comprar por falta de ingresos y porque si tenías que ahorrar lo hacías para una entrada.

Y así hasta hoy, ya como vocalista en un grupo de Heavy Metal, (Watch Out!), en uno de Blues, y en dos combos de la Escuela de Música Moderna, uno de esos milagros impensable entonces. ¡Ah! También conduzco un magazine televisivo cultural llamado Twister Cult. Y es que la cabra tira al monte y el Rock es una forma de vida, digan lo que digan y pese a quien pese.

Por último, para más inri, ostento el Campeonato Nacional de Rebobinado con Boli Bic, siendo campeón de las dos últimas ediciones. Sin coña. Y es que esos años dieron “pa” rebobinar mucho y es que “hay gente pa tó”.

Encantado de pertenecer al staff de esta aventura. Nos leeremos y…You Can’t Stop Rock’n’Roll!

Hola!!!

Bievenido

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