Under Covers de Julio Le Marchand, un libro de historias en cubiertas, que se convierte en una excepcional y atractiva guía de viaje por las portadas de discos. Un trayecto de 100 paradas por una discografía ecléctica, vital y pasional.
El mundo seguramente esté lleno de grandes ideas, pero muchas de ellas nunca llegan a verse realizadas, quedando huérfanas en las almas creativas que las piensan; por eso se debe aplaudir cada vez que alguien emprende un proyecto, y más, cuándo éste resulta innovador y no se limita a repetir esquemas. Cuando es algo que aporta. Tras el confinamiento, empezamos a retomar la vida que antes conocíamos, aunque sin ser nada igual que antes de estallar la crisis sanitaria. Volvimos a los conciertos, pero sentados y con mascarillas, y en algunos momentos sin poder saborearlos con una cerveza en la mano. En el grupo de socios del Loco Club, nuestra segunda casa, comentaron que iba a salir Under Covers y que se lanzaba una campaña de Verkami para que el libro viera la luz. Tan solo un grupo de 4 personas nos decidimos a pillarlo. Entusiasmo o fe ciega, lo llaman. Pero, al fin y al cabo, nosotros sabíamos que era una inversión y una forma de tener otra pieza literaria en nuestras estanterías. Los libros nunca sobran.
Cuando recibí el ejemplar, lo tomé como un libro de consulta, y no atracándome de una tacada todo el compendio informativo que contiene. Así que confieso, que, a día de hoy, aún no lo he terminado. Que me quedan muchos momentos de abrirlo y disfrutar de cada una de esas portadas; de descubrir curiosidades, de viajar en el tiempo, o de imaginar, de bailar, pensar, sentir, llorar o reír. Es un libro vivo que seguramente me acompañe el resto de mi vida.
Contacté con Julio hace unos meses, y entre idas y venidas, por fin hemos podido completar alguna de las cuestiones que me interesaba saber del proceso creativo y de su relación personal con la música. Desde RocknCloud os invitamos a uniros con nosotros y conocer un poco más de cómo surgió la idea de Under Covers, y cómo no, de cómo Julio se enfrentó al proyecto.
La música siempre ha estado ligada a la imagen, y es en parte todo lo que rodea a una banda y a la idea que nos hacemos de ella, tal como nos cuenta Borja Prieto en el prólogo. Es otra forma de conectar con la música y los artistas, y es algo que nos marca desde bien jóvenes; forma de vestir, imitación de tus referentes, imaginar que eres cualquier artista o como son… ¿Recuerdas cuales fueron tus primeros momentos musicales en forma de imagen? Además, me gustaría saber si tu yo melómano se deja llevar a veces por las portadas del vinilo y hacer esas compras a ciegas que muchas veces nos dan gratas sorpresas.
Por supuesto, considero que la imagen es un complemento visual imprescindible a un elemento auditivo como es la música. En ese sentido, la identidad visual de un artista puede ser algo así como la portada para un disco o el videoclip para una canción, algo que amplía la información de ese micro universo al que nos transporta. La mayoría de nosotros pertenecemos a una generación para la cual el impacto audiovisual es importantísimo y obviamente yo no me escapo de ello, por lo que sí, muchos de los primeros discos que compré, antes de la llegada de internet, cuando quería hacer algún nuevo descubrimiento, fueron dejándome llevar por las portadas. Recuerdo que grupos como Los Planetas yo ya pensaba que iban a gustarme incluso antes de poder escucharlos solamente por los diseños de Javier Aramburu. O cómo me compré discos de los Clash, Ramones o Sex Pistols de adolescente solo por la curiosidad de oír cómo sonaba la música que hacían gente con una pinta tan llamativa como los punks.
Me gusta mucho cuándo en la introducción explicas que la música nos hace viajar. Hacia otros sitios o, y ahí es cuando le das a la tecla emocional, una huida hacia adelante para cuándo pasamos momentos malos o difíciles. Salvavidas, esencial, vital, muchos calificativos que le otorgamos a la música. ¿Te acuerdas de la primera vez que sentiste que la música podía ayudarte a seguir en el camino? ¿Y de cuándo se tornó vital?
Para mí siempre ha sido así, tanto que no sabría decirte cuándo comenzó todo. La música ha sido una compañera de viaje inseparable en mi vida y todos mis recuerdos más importantes tienen su propia banda sonora, pero es cierto que a veces puede tornar de sujeto pasivo a activo: en ocasiones es la compañera con la que viajas, y en otras es ella quien que te guía y te lleva a nuevos lugares.
Nos cuentas cómo te sentiste cuándo el encierro y la sensación de claustrofobia. Y que gracias a las herramientas que tenemos en internet, te llevaron a la idea de ir a buscar los lugares que fueron portadas de discos. Entiendo, que es en ese momento cuando surge la idea del libro, ¿no?
Exacto, aunque fue todo poco a poco, al principio yo solo quería viajar, salir de allí y retomar una vida normal, hacer cosas que no se podían, como plantarme en Los Ángeles delante del mural de Elliott Smith y quedarme mirándolo o incluso tocarlo con mis propias manos, esto alimentó la curiosidad por otras portadas de las cuáles desconocía la ubicación y tuve que localizarlas. Al no encontrar ninguna guía al respecto que me ayudara, y al recabar yo por mi cuenta la información de unas cuantas fue cuando me di cuenta de que quizás podía elaborar yo esa guía por los lugares de las portadas de discos.
La elaboración de Under Covers me parece una labor de investigación muy grande y que en algunos momentos pudo resultarte un tanto inabarcable, ¿Qué criterios seguiste en la selección de los discos? ¿Te pusiste limites? ¿Qué dificultades tuviste en el proceso?
Sí, una vez la idea de publicar un libro o guía rondaba mi cabeza decidí darle forma gracias a mi experiencia previa como editor, llevaba ya varias decenas de discos y prácticamente acababa de comenzar, así que hice un repaso por mis favoritos y los clásicos de todos los tiempos y decidí redondearlo a 100 localizaciones de portadas para que fuera una cifra redonda y algo abarcable dentro de una edición física. Al final hubo algunos que se quedaron fuera, otros que nunca llegaron a poder ser, y por qué no decirlo, alguna licencia personal me he permitido el gusto de “enchufar” en la lista. Pero oye, que, si termino dando con otro centenar, no descarto publicar una segunda parte, solo espero que no haga falta otra pandemia.
Además, hablas de todo lo que tuviste que documentarte, ¿cómo llegabas o te llegaban las referencias y cómo accedías a ellas? ¿Sabías previamente que es lo que necesitabas conocer para poder hablar de cada una de las portadas?
Bueno, ha sido un proceso complejo, quizás por ser la primera vez que lo realizaba, y por abarcar un rango algo ecléctico con varios tipos de discos de distintas épocas, géneros y países de procedencia. Desde grabaciones más underground como la de Daniel Johnston hasta superventas como el Hotel California de los Eagles. Lo fundamental fue manejarme lo suficiente con el inglés como para poder afrontar la documentación en el idioma original de la mayoría de esas grabaciones, hecho por el cual el libro ha acabado siendo una edición bilingüe con los textos simultáneamente en castellano e inglés. Aunque fue un proceso de documentación individual y diferente para cada álbum, sí hay ciertos patrones recurrentes para recabar información: los créditos del libreto o insert de cada disco, entrevistas a los artistas, biografías y libros sobre las bandas o sobre los fotógrafos, bases de datos online como Discogs, Rateyourmusic, etc. y multitud de foros. También, cómo no, todo tipo de mapas y cartografía de cada zona, herramientas como Streetview de Google Maps, imágenes de satélite, bancos de imágenes locales de espacios públicos (o universales como Flickr) e incluso imágenes de archivo de distintas épocas de diversas localidades.
En este trabajo, has descubierto y profundizado en el trabajo de fotógrafos y diseñadores. Me gustaría que nos dieras tu opinión de lo importante que es confiar el trabajo de las portadas a gente profesional que pueda captar las ideas, la esencia de la banda o el disco, en la portada de sus discos. Y si has notado una gran ausencia de trabajos de mujeres en este plano.
Creo que mi opinión al respecto queda clara con un hecho bastante significativo de por sí: En un proyecto tan personal como este libro, del cual me he encargado desde del contenido y los textos hasta del diseño (ya que soy diseñador), y de autoeditarlo con mi propia editorial, lo único que he encargado a terceras personas ha sido precisamente la portada y las fotografías.
En cuanto a la presencia femenina, dentro del libro dedico un capítulo a hablar en contra de lo poco que se encumbraba a las mujeres como un icono en un pasado muy reciente, y no meramente como un objeto de consumo despojado de su entorno; también de lo machista que ha sido siempre la industria musical, razones por las que aparecen menos artistas femeninas de las que me hubiera gustado incluir, pero eso no quiere decir que no haya mujeres: si nos fijamos bien, ellas están presentes en todos los aspectos posibles que abarca el libro, ya sea como artistas musicales, o como diseñadoras y fotógrafas de las portadas o incluso dirigiendo alguno de los sellos discográficos. También las encontramos en la bibliografía, como autoras de muchas de las fuentes a las que tuve que acudir (biografías, artículos periodísticos, ensayos, entrevistas) y de muchas de las fotografías publicadas en el libro, o como colaboradoras directas a la hora de crear este proyecto.
¿Cómo has conseguido publicar el libro? ¿Cómo llegas al arte de Cesar Sebastian para la portada?
Seguía el trabajo de César por otras portadas suyas, pero sin llegar a ponerle nombre, fue un amigo en común con quien comparto mi afición por los cómics quién me lo recomendó a él como ilustrador para mi portada. César encajó a la perfección en la idea que tenía en mente y ejecutó el “collage” de portadas de forma impecable, además fue todo un apoyo a la hora de publicar el libro, ya que él también es fan de las ediciones independientes y mi idea siempre había sido autoeditarlo. Hacía un tiempo que llevaba junto a un amigo una pequeña editorial donde publicábamos algunos pequeños libros musicales que nos gustaban y proyectos relacionados, pero dada la envergadura de este proyecto (un libro grande, de tapa dura, a todo color, con cientos de fotografías), la situación económica debido a la cuarentena y a la pandemia, y que el interés de la gente en el libro sobrepasaba las posibilidades en aquel momento de la editorial, decidí optar por un proceso de micromecenazgo o crowdfunding para no tener que recurrir a ningún tipo de préstamo bancario. Afortunadamente ha salido todo muy bien y el libro ya va por la segunda edición, además de haberle dado a la editorial el empujón que necesitaba para lanzarse a hacer más proyectos que verán la luz próximamente.