Las vacaciones son para tocarse las narices a dos manos. Es un hecho. Pero eso no quiere decir que nuestro cerebro no continúe recibiendo los estimulantes efluvios que proporcionan las canciones, que en ese sentido funcionan como la más helada de las cervezas, la más delicada de las ambrosías. Ahí van unos cuantos descubrimientos que hemos hecho a base de eso.