Chuck Klosterman es un escritor, periodista y ensayista estadounidense nacido en 1972, esto es, coetáneo del que suscribe, que entre otras cosas publicó una novela autobiográfica la pasada década acerca de su experiencia e iniciación en el mundo de la música, y más concretamente, el hard & heavy y el glam metal de los 80’s sobre todo, con gran éxito de crítica y ventas.
Más que una novela con una trama como tal, narra las peripecias propias de la edad y la época, en tono jocoso y nada cargante que posibilita una lectura fácil y divertida, sin más objeto que reflejar aquellas vivencias y aquel género musical que reinaba entonces y sería denostadísimo apenas un lustro después.
Los paralelismos entre un adolescente del medio oeste americano a finales de los 80’s con cualquier chaval de pueblo o ciudad pequeña de cualquier rincón de España son, en mi caso, prácticamente totales, y es que no había tanta diferencia ni en experiencias vitales ni en gustos musicales; como muchos emigró a una gran ciudad a estudiar carrera y descubrió otras bandas y géneros musicales, los conciertos, y la farra en sus distintas ramificaciones.
Además, tiene el puntito humorístico necesario, como cuando refleja ya en los 90’s la dificultad para adaptarse a las nuevas tendencias…” si le decías a la chica que acababas de conocer que eras fan de Krokus ya te podías despedir, lo más prudente para mantener la tensión era decirle lo que molaba lo último de Sonic Youth”.
Y es que tras los dorados 80’s, la década siguiente se hizo muy dura para los metaleros.
También confiesa su admiración por Tom Petty y otra gente que no hacía rock duro o heavy pero que molaba igualmente…”Respect”…!
El resultado es un retrato autobiográfico de una época dorada de nuestras vidas y de un estilo que arrasó tanto en EEUU como en Europa y resto del mundo que fue barrido literalmente con el grunge, el rock alternativo o el indie.
Si viviste aquella época, o si no la viviste pero quieres retrotraerte a ella sin entrar en pastiches tipo “Stranger Things”, ya tardas en regalártelo para tu santo o excusa favorita, y no te arrepentirás, ya que puede (o no) que te veas reflejad@ en un sinfín de referentes musicales y peripecias que no difieren, para nada, de las que podría o pudo tener cualquiera en La Mancha profunda (en mi caso, por ejemplo) y es que en este estilo no hay fronteras y las sensaciones y vibraciones que produce son las mismas vengas de donde vengas, porque… “en todos lados cuecen habas”.