We Are Busy Budies
Tener una extensa colección de discos y hacer buen uso de ella. Esas son sin duda las dos premisas que debe tener cumplidas cualquier artista que se jacte de tener un sonido vintage, para convencer a la correspondiente afición. Si además nos movemos en términos de un sonido de querencia sixites, hay que ser todo un erudito y ejecutar lo asimilado de la forma más fiel para conquistar a los no pocos psych-heads que pueblan el planeta. Pero el gran gol que puede meter quien emprenda tal empresa, es sin duda que a través de una fórmula pretérita y fiel a unos planteamientos formales exigentes sepa convencer a propios y extraños. Eso sólo puede hacerse a través de un elemento esencial: las canciones. Y eso precisamente hace esta banda de Los Ángeles que responde al lisérgico nombre de Electric Looking Glass y emula, frescura mediante, el sonido de Hollies, Millennium, Kinks, Turtles, Left Banke o Byrds.
Fabrican canciones como catedrales. Por supuesto, todas traen a colación alguna referencia clásica, de esas que a los melómanos nos hacen sonreír con complejidad y darnos codazos. Pero desde luego, plenamente convincentes para cualquiera con algo de sensibilidad pop, sea o no especialmente amante de referencias sixties (fans de Maluma aparte, of course). Ni en portada, contenido, ni título Somewhere Flowers Grow deja lugar a confusión: persigue desesperadamente sonar fiel a sus referentes. Sin embargo, no resulta un mero facsímil, ni un hortera filtro en sepia para una foto nueva. Su reivindicación está bien traída, cuidada y perfectamente urdida para que suene lo suficientemente atemporal. De esta forma, composiciones tan embriagadoras y bien producidas como “Rosie In The Rain”, “Dream a dream” o “Holyday” funcionan como un reloj a la hora de cubrir de color todo lo que nos rodea cuando suenan. Y es que no siempre es necesario que un disco sea moderno o rompedor para que sea relevante, a veces basta con que las canciones -como estas- te golpeen y al hacerlo pongan una sonrisa inmensa en tu cara. Sonido viejuno, sí, pero ¡qué barbaridad!